Por más que por mis heridas sangren palabras prohibidas y en las fronteras de mis manos encallezcan las ideas; por más que no exista ese verbo que conforme el predicado de la dignidad entre las cejas; por más que en los márgenes proscritos de un sustantivo sin sujeto reconocido se decoloren las banderas de la igualdad; por más que entre mis labios se humedezca el cansancio de callar lo que gritan las miradas; por más que me derroten con monedas que compran el dolor en las esperas; por más que sigan poniendo otro por más en la almohada de mi entereza, bosquejaré en el lienzo de mi pecho los versos del poema de la libertad.
Fin (de la primera parte)
Hace 9 años
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