domingo, 22 de noviembre de 2015

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¿Cuántas veces no hemos deseado tener una máquina del tiempo que nos permitiera decirle a nuestro “yo” más chico que no cometiera errores en tal o cual cosa?

Afortunadamente (o tristemente) esto no existe y la vida la vamos construyendo como podemos… Sin embargo, se vale hacer un alto y reflexionar sobre lo que le dirías a tu “yo” más joven si tuvieras oportunidad.

Algo así hizo Aldo Dáger Pattini, un especialista en Marketing, Branding y Networking de 30 años que decidió escribirle una carta a su “yo” de 21.

Me tomé un tiempo para escribirme (a mí mismo y mi persona) un consejo. Aquí 12 cosas que te recomiendo.

1) Viaja
Tienes muy poca responsabilidad, anda y viaja. Cuando llegues a los 30, vas a querer viajar de forma ligeramente diferente, gastar un poco más, hacer las cosas un poco más caras, comer en mejores restaurantes. Así que trabajar durante un año y ahorrar el dinero suficiente para experimentar el mundo barato no te va a matar a esa edad.

¿Cómo sabes qué vas a hacer si no sabes qué hay allá afuera por hacer?

  • No viajes a lugares obvios. 
  • Viaja a lugares difíciles. 
  • Viaja para aprender. 
  • Viaja para descubrir. 
  • Viaja a lugares que te pondrán a pensar qué (y quién) quieres ser. 
2) Construye
No pases mucho tiempo trabajando para hacer realidad la visión de otras personas o en muchas reuniones. Usa tu tiempo en pensar cómo es tu propia visión del mundo (recuerda el punto 1) y a dónde quieres llevar tu vida.
Las reuniones son donde las ideas van a morir. Bien dice mi papá, cuando las dos partes están interesadas, un negocio se cierra en 5 minutos.
Si te encuentras trabajando para una empresa y quisieras renunciar porque no eres feliz: renuncia. Ándate. Si aún no estás trabajando para alguien, entonces anda al punto 5.

3) Lee
Lee todos los días. Lee todo lo que puedas. No solo leas las cosas que ya sabes. Lee sobre gente. Lee a la gente.

4) Deja de ver televisión
En este momento. Para. No te está ayudando a ser mejor.

5) Trabajo
No aceptes el trabajo para esa compañía. En serio, no lo hagas (mira el punto 2).

6) Confianza
Aunque mate tus amistades. Aunque mate tus ideas. Así pierdas a tus amigos. Así signifique que vas a salir herido. Confía en la gente hasta que te den una razón para no hacerlo más. Pero siempre debes dar otra oportunidad.
Recuerda, no seas ingenuo. Hay gente allá afuera que quiere hacerte daño.

7) Gente
La gente es lo mejor y peor que te puede pasar. Algunos te ayudarán a llegar lejos y rápido. Otros te van a jalar para bajar a su nivel y ayudarte a perder. La mayoría son nivel promedio. Algunos son normales. Pocos son excelentes.

Unas cuantas personas van a cambiar tu vida para siempre. Encuéntralas.
No necesitas muchos amigos o gente a tu alrededor. Lo que necesitas es gente asombrosa que hagan por tí lo que harías por ellos. Es muy simple, muchos amigos promedio van a hacer que te sientas solo cuando necesitas sentir que estás rodeado por gente a quien le importas.

8) Tiempo
No pierdas el tiempo en gente que no confías. No pierdas el tiempo dando amor o amistad a alguien que te va a engañar (o vas a engañar). No pierdas el tiempo con amigos que no te tratan como tú los tratas (regresa al punto 7).
No llegues tarde
Valora el tiempo de otras personas. Eso significa que si llegas tarde, no te importan un carajo los demás, o su tiempo y en el fondo piensas que tú eres más que ellos y por eso pueden esperar.
Hay personas que te dirán que está bien llegar tarde, que es la hora de Ecuador. No está bien. Otros te dirán que es su forma de ser el hacerse esperar. Necesitas re-evaluar la amistad de estos últimos (de nuevo, regresa al punto 7).

9) Falla
Y falla bastante. Falla seguido. Falla en el amor. Falla en el sexo. Falla en socializar. Falla en hacer amigos. Falla en el trabajo. Falla en los negocios. Falla con la familia. Falla con tus amigos. Falla. Pero falla rápido y aprende una lección.
Si no aprendes algo cada vez que fallas entonces todo lo que has hecho ha fallado. Si aprendes algo, entonces has crecido. Cada vez que crezcas, y aprendas, y falles, vas a ser mejor en saber cómo tener éxito.

10) Éxito
No hay ningún punto en el cual vayas a tener éxito. No en tus 20s. Nunca.
Ahora, supera lo mencionado y empieza a construir cosas (mira el punto 2 y combínalo con el 9).

11) Paciencia
Debes ser paciente. Las cosas que valen la pena hacer no se merecen que las hagas rápido. Nada que valga la pena construir se merece ser construido al apuro. Nada de valor es formado en minutos.
Planea en décadas. Piensa en años. Trabaja en meses. Vive en días.

12) Enamórate
Esa persona que escojas (o te escoja) cuidala, valorala. El amor nos hace felices. Tómate tu tiempo y elije lo mejor. Encuentra a alguien que te acompañe en el camino de ser mejor personas, que te respete, que no te chantajee, que te permita ser. Alguien que le guste viajar, construir y leer. Que le guste trabajar en lo que ama, que tenga confianza y haya escogido bien a los que la rodean. Que valore el tiempo de los demás, que haya fallado, que busque el éxito con paciencia. Pero sobre todo, que quiera también enamorarse.

¿Qué le dirían a su yo de 21?

martes, 14 de abril de 2015

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Te soñé... y esta vas sentada a mi lado sonriendo y viendo los luceros que cada día brillaban mas... te soñé y pensé que te tendría al despertar en mis brazos y decirte cuanto te quiero y llenarte de besos... te soñé.. por cada día que duermo mi cama se siente como nube y cada partida así a ti mi corazón brinca de alegría y pensamiento que lindo estar contigo....te soñé ..y corríamos juntos siempre... Al dormir.....

jueves, 1 de enero de 2015

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Quien se atreve a tener un proyecto en su vida, quien tiene el valor de dejarlo todo para vivir su Leyenda Personal, acabará logrando sus objetivos. Lo importante es mantener el fuego en el corazón, y tener resistencia para superar los momentos difíciles.

Recuerden: el deseo que está en nuestra alma no vino de la nada; Alguien lo puso allí. Y este Alguien, que es puro amor y sólo desea nuestra felicidad, sólo hizo eso porque nos dio, junto al deseo, las herramientas para hacerlo realidad.


La subida arriesgada

Durante una tempestad, el peregrino llega a un albergue, y el dueño le pregunta adónde se dirige.

-Voy a las montañas- responde.

-Olvídelo – dice el dueño-. Es una subida peligrosa, y el tiempo no acompaña.

-Iré de todas formas –responde el peregrino-. Si mi corazón ya ha llegado allí, no será difícil que este cuerpo lo siga.


¿Cuál es el precio?

-¿El precio de vivir un sueño es mucho mayor que el de vivir sin arriesgarse a soñar? –preguntó el discípulo.

El maestro lo llevó a una tienda de ropa. Allí, le pidió que se probase un traje que era exactamente de su talla. El discípulo obedeció, y se quedó maravillado con la calidad de la ropa.

A continuación, el maestro le pidió que se probase el mismo traje, pero de una talla mucho mayor a la suya. Y el discípulo así lo hizo.

-Éste no sirve. Me está demasiado grande.

-¿Cuánto cuestan estos trajes? –le preguntó el maestro al vendedor.

-Los dos tienen el mismo precio. Sólo se diferencian en la talla.

A la salida de la tienda, el maestro le comentó a su discípulo:

-Vivir el sueño, y abandonar el sueño, también tienen el mismo precio, muy caro en ambos casos, generalmente. Pero la primera actitud nos lleva a comulgar con el milagro de la vida, mientras que la segunda no nos sirve para nada.


La búsqueda del camino

– Estoy dispuesto a dejarlo todo. Por favor, acépteme como su discípulo.

– ¿Cómo escoge un hombre su camino?

– A través del sacrificio. Un camino que exige sacrificio es un camino verdadero.

El abad se tropezó con una estantería. Un jarrón rarísimo saltó de su lugar, y el joven se arrojó al suelo para agarrarlo. Cayó con una mala postura y se rompió el brazo, pero logró salvar el jarrón.

– ¿Qué sacrificio es mayor: ver el jarrón hecho trizas, o romperse el brazo para salvarlo?

– No lo sé.

– En ese caso, no pretendas que el sacrificio determine tu elección. El camino se elige por nuestra capacidad de comprometernos con cada paso que damos mientras lo recorremos.


El discípulo embriagado

Un maestro zen tenía centenas de discípulos. Todos rezaban cuando había que hacerlo, excepto uno, que se pasaba el día borracho.

El maestro fue envejeciendo. Algunos de los discípulos más virtuosos comenzaron a discutir quién sería el nuevo líder del grupo, quién acogería los importantes secretos de la Tradición.

En la víspera de su muerte, sin embargo, el maestro llamó al discípulo borracho y le transmitió a él los secretos ocultos.

Un auténtico sentimiento de rebelión se apoderó de todos los demás.

-¡Qué vergüenza! – gritaban por las calles -. Todo este tiempo nos sacrificamos por un maestro equivocado, que no sabe valorar nuestras cualidades.

Escuchando la algarabía que había fuera, el maestro agonizante comentó:

-Yo necesitaba transmitir estos secretos a un hombre que conociese bien. Todos mis alumnos eran muy virtuosos, y sólo mostraban sus cualidades. Eso es peligroso, pues la virtud en muchas ocasiones sirve para esconder la vanidad, el orgullo, o la intolerancia.

Por eso elegí al único discípulo que conocía realmente bien, puesto que podía ver su debilidad: la bebida.